Aquiles era
oriundo de Tesalia, hijo de Peleo, el rey mortal de los mirmidones, y Tetis,
una ninfa. Su madre, para que fuera invulnerable, lo sumergió en las aguas de
la Laguna Estigia, olvidándose, por desgracia, de sumergirle el talón por el
que lo sujetaba, con lo que dejó este punto vulnerable a una herida mortal. Cuidó
de su educación el centauro Quirón, el sabio centauro que había criado ya
a tantos otros héroes, que lo alimentaba con sesos de leones y tigres y médula
de oso y jabalí. Con seis años, mató a su primer jabalí y podía correr más
rápido que los ciervos salvajes en las cacerías. Creció y se convirtió en el
héroe más valiente, hermoso y rápido de todos.
Advertida su
madre por los oráculos de que la ciudad de Troya no podría ser conquistada sin
su ayuda, pero que perecería en aquella guerra, le disfrazó de mujer y con el
nombre de Pirra lo envió a la corte del rey de la isla de Sciros, Licomedes.
Allí se
enamoró de la hija de éste, Deidamia, le reveló quién era y se casó
secretamente con ella.
Como también a
los príncipes griegos les había sido predicho que no podrían tomar la ciudad
sin la ayuda de Aquiles, le andaban buscando, y Ulises, que era muy astuto,
se disfrazó de mercader, y presentó a la princesa Deidamia y a sus acompañantes
una caja que contenía joyas y armas; todas eligieron joyas, pero Aquiles cogió
una espada, por lo cual fue conocido por Ulises, que lo convenció fácilmente a
que se uniese a la expedición que iba a Troya. Al ver que no había otro
remedio, su madre Tetis le entregó un escudo hecho por Hefesto, dándole además
cuatro caballos inmortales. Aquiles fue el primero de los héroes de la
Grecia y el terror de sus enemigos. Conquistó varias ciudades, entre ellas a
Tebas. Durante el sitio de Troya, Agamenón le arrebató una esclava
llamada Briseida. Esto le ofendió a tal punto, que se metió en su tienda y
no quiso tomar más parte en los combates, lo cual dio muchas ventajas a los
troyanos. Pero Patroclo hijo de Menecio, rey de Opunte y amigo íntimo
de Aquiles y amantes desde muy jóvenes, no lo entiende, lleno de furia y
celos, arrebata la armadura de su amante para luchar y reta a Héctor, hijo
del rey de Troya, el anciano Príamo, Patroclo luchó con valentía, pero fue
muerto por Héctor. La noticia de la muerte de su mejor amigo sumió a Aquiles en
el mayor dolor. Sus amigos trajeron el cuerpo de Patroclo del campo de batalla
pero él no les deja enterrarlo. Se echa sobre él, rodeándolo con sus brazos,
sollozando desesperadamente. Su estado de ánimo es tal que su propia madre,
Tetis, baja del Olimpo para devolverle, al camino de la razón: «Ya has llorado
bastante a Patroclo –le dice–, ya ha llegado para ti el momento de tomar esposa».
Pero Aquiles no podrá pensar en otra cosa que no fuese su compañero enamorado,
a quien recrimina amargamente haber jugado con su vida: «No tuviste
consideración por mi pura reverencia hacia tus muslos, ingrato a despecho de
nuestros muchos besos.» Para nosotros, la recomendación de Tetis es más que
comprensible, considerada desde el punto de vista de la ética sexual griega:
las relaciones entre hombres estaban permitidas pero no debían ser exclusivas,
no debían llevar a olvidar que el deber cívico de tomar esposa. Aquiles ya
había alcanzado la edad y Tetis siente la necesidad de recordar a su hijo que
la vida debe continuar según las reglas establecidas, a las que ni siquiera un
gran amor puede sustraerle.
A modo de
venganza, Aquiles no solo mató a Héctor, el principal adversario del bando
troyano, sino que arrastró su cadáver atado a su carro alrededor de la ciudad y
del sepulcro de Patroclo y no transigió hasta que, ablandado por las súplicas y
lágrimas de su padre, Príamo, le suplicó que le devolviera el cadáver, que fue
solemnemente incinerado en Troya.
Príamo había
llevado consigo a la tienda de Aquiles a su familia, y entonces, el
héroe se enamoró de la bella Polixena, hija de aquél, y se la pidió a su padre.
Este se la concedió, y estándose efectuando en el templo la ceremonia nupcial, Paris,
hermano de Héctor, tiró una flecha a Aquiles que le hirió en el talón y le
mató.
Al saber la
muerte de su hijo, salió Tetis con un coro de Nereidas del seno de
las ondas, y vino a llorar a su hijo. También las nueve Musas dejaron
oír sus lamentos, porque era Aquiles gran poeta y músico. A los
diecisiete días fue enterrado este héroe en un suntuoso sepulcro que se le
construyó en el promontorio Sigea, a la orilla del Helesponto. Fue reverenciada
su memoria como la de un semidiós. Se le erigió un templo, y se establecieron
fiestas en su honor.
La Furia de Aquiles, François-Léon
Benouville (1821–1859) (Musée Fabre).
Bibliografía
REPOLLES GOMEZ, JOSÉ; Las
Mejores Leyendas Mitológicas; EDITORIAL OPTIMA S.L. Barcelona, 2002. 416 p.
CANTARELLA, EVA; El dios del amor: una
introducción a los mitos y leyendas de la Antigüedad. Barcelona [etc.]:
Paidós, D.L. 2009. 158 p.
SEGAL, ROBERT A.; 50 relatos mitológicos;
colaboradores, Viv Croot... [et al.]. 1ª ed. Barcelona : Blume, 2017. 160 p.
http://www.historia-homosexualidad.org/historia-gay/historia-homosexualidad/literatura-gay/mitos-leyendas-gay/griega-gay/aquiles-patroclo-mito-gay/aquiles-patroclo-mito-gay.html
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